Editorial – ConFEsiones 3

El año tiene unas 52 semanas y para mí la Semana Santa es «La Semana Grande», ya nombrada así en la antigüedad, título que conservó hasta hace poco en el Breviario Romano.

Es un tiempo de paz interior y reconocimiento, así como también, y basándome en mis años de nazarena, este tiempo precedente de la Pascua, son días de actividad frenética, de olvido de otras obligaciones, de nervios y ojos puestos en el cielo tanto espiritual como literalmente ante la amenaza de lluvia o por el contrario observando ese maravilloso sol que a las 18 horas alumbrará nuestro camino y que me irá marcando las calles por las que debo abrir el desfile procesional.

Abrir el desfile, ¡qué gran responsabilidad! Tener presente los tiempos, traslados, ritmos y sobre todo el bienestar de todos y cada uno de los hermanos que formamos el desfile procesional, pero en especial de aquellos que van debajo de tantos kilos. Sin todos ellos no sería posible nuestra salida cada Sábado de Pasión, pasión que todos ponemos ese gran día. Gracias.

Hoy puedo decir que estoy muy contenta de pertenecer a esta cofradía y sobre todo muy agradecida a esa persona que hace 17 años confió en mí, nombrándome la primera vocal juvenil y miembro fundadora y posteriormente vicepresidenta de esta cofradía.

Tan sólo me resta decir que me queda mucho que aprender y tal vez enseñar a aquellos que me quieran seguir cada Sábado de Pasión por las calles de Murcia. Pero sobre todo que esta tarea con todos juntos y bajo la atenta mirada del Santísimo Cristo de la Fe y Nuestra Señora María de los Ángeles, será más productiva y satisfactoria.

ESTHER MURCIA GOMICIA
Vicepresidenta