La Fe en los jóvenes

Hablar de la Fe en los jóvenes hoy nos puede llevar fácilmente a buscar los tópicos generacionales o a caer en aquellos tópicos secularistas que proclaman los medios de comunicación social, por tanto, no es empresa fácil y nos genera la cuestión de cómo abordar el tema.

Sería posible plantearlo desde la subjetividad personal o apuntarse al concepto moderno de un joven exento de vida interior y transcendencia. Existe un intento educativo de la sociedad por promocionar entre jóvenes y adolescentes un modelo de persona sin tradiciones, creencias, ni vida espiritual, sin ideología; un modelo de joven vacío que facilite su posterior llenado con cualquier concepto ideológico que en un momento dado pueda interesar, o con el consumo de teorías o técnicas novedosas, que sosieguen o satisfagan de alguna manera las necesidades espirituales de los jóvenes. Pero no es menos cierto, que si nos alejamos de los tópicos sobre los jóvenes, y entramos en las distancias cortas sin que se sientan juzgados, podemos descubrir una visión diferente de cómo entienden y viven la fe.

La fe en los jóvenes. El panorama nacional

Las cifras son fácilmente maleables, por eso hay que hacer caso relativo a datos como los facilitados por el INJUVE en su revista «Jóvenes y laicidad»- dic.2010 (art. «La irreligión de la juventud española»), que llevan al director de dicha institución a aventurar que para los jóvenes la religión es algo privado, que debe constreñirse a la intimidad. Manifestaciones que evidencian el desconocimiento de nuestra religión como proyecto completo de vida desde el Evangelio.

Es cierto que asistimos a una secularización de la sociedad española en las últimas décadas. Según el CIS en 1975 el 75% de jóvenes se consideraba católico y en 2002 un 54% de jóvenes. En el barómetro del CIS de febrero de 2013, aparece que a partir de los 18 años, se definen en materia religiosa como católicos un 70,5%.

Por último, el «Informe Jóvenes españoles 2010», de la Fundación Sta. María, añade en el apartado «creencias religiosas”, que en las edades entre 15 a 24 años el 53,5% se define católico. Como aspecto positivo destaca la opinión de que las normas de esta confesión religiosa «ayudan a vivir más moralmente» (40%) y «ofrecen al hombre un hogar espiritual y sinceramente religioso» (45%).

Si tenemos en cuenta, según este mismo informe, que una importante mayoría de los jóvenes, el 56,5%, suscribe “la política no tiene nada que ver conmigo, no afecta para nada mi vida privada” y que a esta edad, la participación social juvenil se hunde, pues el 81% no pertenece absolutamente a ningún tipo de asociación, parece que no andamos tan mal como algunos afirman.

Nuestros jóvenes adolescentes

No debemos obviar que el adolescente entra en una etapa definida por la necesidad de romper con el mundo de sus adultos, de cuestionarlo, para así confirmar, descubrir y desarrollar su propia identidad; y esto es trasladable a su fe, a sus creencias, a lo que durante su infancia ha formado parte de su vida religiosa. Eso ahora es historia; forma parte de la obsolescencia de su infancia. Y ahora qué…

¿Pierden la fe en la adolescencia? ¿Queda invalidado lo que han creído y han vivido? Ellos dicen que sí. Pero hay que tener en cuenta que en este momento de búsqueda de su propia identidad, tienen una visión egocéntrica de todo el universo, es decir, «si yo me cuestiono mi fe y creencia en Dios, todo el universo se lo cuestiona»; lo que unido a la importancia que adquiere emocionalmente el grupo de amigos que gregariamente potencian una nueva imagen, con una actitud desafiante, con nuevas ideas; nos lleve a reconocer que los jóvenes y adolescentes no creen en Dios, no se consideran cristianos y, peor, han perdido su fe.

Esto provoca en la comunidad familiar y eclesial un sentimiento de fracaso absoluto y culpabilidad. Desembocamos en la frustración y los damos por perdidos, olvidando que se trata de una etapa evolutiva. Por tanto en este momento no nos empeñemos en imposibles, no saquemos conclusiones definitivas. Enseñémosles y esperemos, porque es imposible que en plena tempestad les pidamos serenidad para que sean capaces de verbalizar lo que habita en su interior, y relativicemos sus afirmaciones.

Un selfie: Qué dicen y piensan los jóvenes sobre su Fe

Tras analizar lo anterior, consideremos la importancia de saber qué piensan y creen los jóvenes de hoy. Sería interesante preguntarles directamente.

He salido de la generalización y he hablado con un grupo de chicos y chicas de entre dieciséis y dieciocho años, que han recibido formación religiosa durante su infancia, intentando que lo hiciesen desde un clima de reflexión personal e íntimo; lo que me ha proporcionado una visión distinta a lo anterior. Me ha sorprendido su profundidad y claridad, lo que me ha llevado a darles la palabra y transcribir parte de sus respuestas con el fin de que cada uno pueda reflexionar y concluir al respecto

Si les pedimos que definan qué es tener fe para ellos, la gran mayoría dice que es creer y la mitad le añade el concepto de»creer» con «tener esperanza».

Un 80% afirman, cuando se les pregunta en quién o quienes tienen fe, que en Dios; algunos también añaden a su familia. Un 10% aproximadamente dice no creer ya en Dios, confían en ellos mismos, o muestran sus dudas respecto a su existencia. Piensan que la mayoría de sus amigos creen en Dios aunque no lo dicen.

Les seguimos preguntando por qué creen en Dios. Mayoritariamente hacen referencia a su familia y al colegio como causas, algunos también manifiestan su experiencia personal con Él día a día y esperan que no les falle. Se consideran católicos aunque algunos especifican que no practicantes, aunque de pequeños sí.

Dicen que rezan o hacen oración de vez en cuando; es curioso que al preguntar ¿cuándo?, la mayoría lo hace antes de acostarse, cuando se sienten mal o tienen algún problema, también ante los exámenes. Especifican que al rezar piden más cosas y dan menos gracias a Dios.

Hemos hablado de la Eucaristía y les preguntamos: ¿Qué piensas de la Misa? -«Pienso que es un lugar de recogimiento donde nos acercamos más a Dios»; «…pero a veces son un poco aburridas y eso echa hacia atrás». En esto último coinciden todos. «Hay veces que me aburro porque el sacerdote se enrolla mucho». Dicen que la Misa es un acto litúrgico, un encuentro con Dios para pedir, dar gracias y escuchar la palabra de Dios. Sobre ¿cuándo vas a Misa?, contestan que «los domingos, de vez en cuando». Algunos dicen que una vez al mes y en las celebraciones, bodas, comuniones y en el colegio.

Consideraba importante averiguar lo que piensan sobre Jesucristo y escuchándoles observo que en las distintas manifestaciones dan mucha importancia a su valor ante el sufrimiento y la muerte, aun habiendo resucitado. También destacan su generosidad al hacerlo por los demás.

Consideran importante la clase de religión y la catequesis y como no, también son críticos. La clase de religión la consideran «importante para nuestra vida y nuestra cultura», pero son «aburridas y nos falta motivación», «nos deberían dejar hacer más actividades, fuera del colegio, con nuevas tecnologías». «Son entretenidas y aprendemos cuando son interactivas y todos participamos». Destacan como provechoso hacer trabajos con las nuevas tecnologías y las convivencias».

Quieren ir a catequesis de confirmación. «La catequesis me parece necesaria porque si vas a recibir un sacramento debes saber lo que recibes y a lo que te comprometes con ello». «Es una forma de conocer mejor a Dios y a Jesús.». “Vas porque quieres seguir su camino». «Si quieres hacerla es porque quieres acercarte más a dios. Pero .es una cosa aburrida», «debería ser más breve, así sería más claro y prestaría más atención, «deberíamos hacer más cosas y ayudar a otros».

Hablamos sobre los ámbitos o ambientes en los que conviven y confirman que se tiene fe, que se cree en Dios en su casa y en su familia. Sobre su colegio hay diversos puntos de vista y cuando llegamos a sus amigos dicen: «algunos sí, otros no». «Hay algunos que hacen un esfuerzo por seguir creyendo en Dios a pesar de que los otros no creen en Él». «…yo no me avergüenzo del Señor. Amigos míos que no crean, me tienen que respetar».

Sobre los rasgos que pueden definir a las personas que creen en Dios no consideran que estén determinados por ser creyentes, dicen que son normales, que no son perfectos y rechazan cualquier perfil determinado. El ser aburrido, triste responsable, alegre, creen que depende de la forma de ser y de la personalidad de cada uno, sin embargo un gran grupo considera que una persona que cree en Dios debe ser sincera, y la totalidad considera que los creyentes son solidarios con los más necesitados. También añaden que generalmente los creyentes son personas «que buscan un sentido a su vida», «que perdonan a los demás, comprometidos, respetuosos y coherentes”.

Al terminar uno afirma: “Yo creo en Dios por el mero hecho de que cuando tengo algún problema le pido ayuda y le pido que me indique el camino correcto. A veces noto que me lleno de energía y positividad y me da fuerzas para conseguir lo que me propongo”. 

“En vosotros, los jóvenes, está la esperanza”

Es sorprendente la profundidad de algunas respuestas, la necesidad que tienen de que les preguntemos para que les escuchemos. Piden que les dejemos hacer, les propiciemos experiencias con los demás para encontrarse con Dios (S. Francisco necesita del hermano para ver en él al Señor); que no nos enrollemos tanto, porque aprenden más haciendo y vivenciando que oyéndonos repetir lo mismo; que no les echemos la culpa de que hay compañeros que no vienen o la bronca por lo que no hacen; y sobre todo, que les acompañemos, porque ellos saben que Dios está cerca, lo sienten y lo creen. Nuestro compromiso debe ser que sepamos alimentar la llama de su Fe para que no se acabe apagando.

Francisco Vivo